domingo, 6 de enero de 2013

De regreso y reflexiva

Veo con enorme sorpresa que hace muchos meses que no he venido a mi blog. Razones, ¿o pretextos? me sobran: el trabajo, los viajes e inclusive, la falta de inspiración. Para sorpresa mía, me han faltado ganas para contar y he entrado a una etapa reflexiva. Supongo que es parte del paquete de tener cuarentaytantos...todos juntos.

He visto el ritmo de mi vida social disminuir considerablemente, y no por falta de opciones, ha sido un poco por falta de interés de mi parte. Extrañamente, el cansancio se ha instalado en mis aposentos y parece  decidido a no salir por un buen rato. Dice mi doctor que debo reconsiderar seriamente mis rutinas pues el cuerpo algo está indicando. (Yo digo que está indicando que estoy más cerca de los cincuenta que de los cuarenta ya.... y suena muy lógico.) No me gusta reconocer el cansancio, lo confieso, me hace sentir vieja. Por alguna extraña razón, lo asocio con pereza, y me niego a reconocerme perezosa en cualquiera de sus formas. Odio la pereza (malformación familiar, indudablemente).

Sobre los hombres, bueno, muchas historias y poco que decir.  Reconozco que hay hombres que no envejecen con dignidad -igual que muchas congéneres, lo acepto- pero me resulta cada día más complicado encontrar hombres interesantes mayores que yo (que no estén casados). Los hombres casados, a diferencia de algunas de mis conocidas, me resultan cada día más aburridos. Hay algunos fascinantes, no me malinterpreten, pero resulta que la vida es tan corta, que me da flojera desperdiciar el tiempo con un hombre que se inventa situaciones extramaritales para divertirse y me niego a darle mi tiempo (el que me quede) a una persona que lo quiere usar de entretenimiento....

Como nunca antes, los hombres que me están buscando son más jóvenes que yo. No está mal, lo reconozco (con enorme sonrisa en mi rostro si pudiesen verlo), pero también tiene sus pormenores la cuestión. La brecha generacional a veces juega sus malos y extraños momentos. No es lo mismo cantar una canción con alguien de tu generación... que explicarle a otra persona por qué conoces la letra... (cuando él apenas iba en primaria...). En fin. Por otro lado, es rejuvenecedor.  Mi "amigo" reciente tiene 36 años, va en pleno ascenso en su carrera y eso lo hace muy atractivo. Me encanta que se tome tan en serio y que vea todo lo que hace casi como de vida o muerte. Está bien, es justo lo que tiene que estar haciendo (y yo lo hice hace diez años también, además de haberme casado a esa edad por cierto).  A veces lo siento intimidado con mi presencia (dice que mi prestigio me antecede, lo cual es un hermoso piropo) y otras simplemente no sabe qué hacer. Espero que en ciertas circunstancias responda como si tuviera diez años más que yo... y es imposible. A veces dice unas cosas verdaderamente simpáticas y me hace reír sin parar. ¡Cómo lo disfruto!

No estoy en un momento de mi vida en el que me interese jugar a la conquista: me da flojera. El está en esa etapa, y en ello estamos desfasados. Quisiera que fuera esto más sencillo, no un juego de llamadas estratégicas y encuentros similares: le faltan años de experiencia para llegar al punto en el que estoy. También sé que soy una parte de su currículum: estar con una mujer diez años mayor sube su puntaje entre los amigos y en su propia historia. Está bien. Esto, evidentemente, durará lo que tenga que durar y quiero disfrutarlo. No está en mis planes volverme a casar y él seguramente explorará pronto las ganas de tener hijos, asunto que no está en mis planes, obviamente.

Me gusta estar con él, me gusta besarlo, me gusta estar desnuda en la cama a su lado, me gusta escucharlo y me gusta su manera de prestarme atención.  Parecería que hay poco que conversar, pero no es así, de hecho, conversamos mucho. Casualmente, cada vez que salimos a comer o a cenar... nos corren de los lugares. Hace mucho que ello no me pasaba. Me causa gracia.

Respecto al trabajo, no paro y cerré el año con excelentes indicadores en la oficina y con gran reconocimiento por parte de mis pares. Me siento satisfecha, pero no es suficiente. Cada vez la necesidad de tomar una ruta propia y desarrollar otras cosas es mayor. El 2013 será un año de transformaciones, estoy dispuesta.  No sé que tan sana es esta sensación de insatisfacción permanente: ha sido mi motor en la vida. Eso tiene sus ventajas, pero también es frustrante no sentirme jamás satisfecha con mis logros, que lo son ante los ojos del resto del mundo, pero yo siempre me quedo con la sensación de que podía haber hecho algo mejor.

¿Entienden a qué me refiero con mi estado de ánimo reflexivo?